Letra de canción descargada de: https://www.albumcancionyletra.com ------------------------------------------ Tito Fernandez - La Madre El Cordero ------------------------------------------ Nos criamos, desde chicos, juntos en El Miraor mi padre? peón antiguo, el suyo? administrador. Claro que cuando uno es chico no entiende la diferencia. ¡Qué lindo haber sido dueño ¿no? de tan tremenda inocencia! El fundo jugando, entero, lo habíamos recorrío, yo le ganaba casi siempre porque era algo más crecío, ella me juntaba flores, yo, le tiraba las trenzas, y así se nos pasó el tiempo casi sin darnos ni cuenta. A mi me tocó salir, al campo, a pelar el ajo, ya no era tan cauro chico t'aba gueno p'al trabajo. Claro que todas las tardes salíamos a pasear y nos mirábamos mucho sin hallar qué conversar Yo me ensayaba toíto el día de lo que iba a pedir, pero cuando estaba cerca, no encontraba qué decir. No sé lo que me pasaba cuando la tenía a mi lao se me anudaba el cogote y ahí me quedaba pegao. Un día me dijo, ella, que se iba a dir de la hacienda, la mandaban a estudiar, a las monjas, creo, p'a que aprienda a coser, a tejer, a leer, había dicho Don Guille los libros son cosa buena y hay que saber lo que dicen. A mi me dentró una pena, cuando me dijo que se iba, que saqué juerzas de aentro y le dije que la quería. Ella no contestó na', se puso coloraíta, y yo que le robo un beso de su mesmita boquita. Pasó el tiempo, un par de años, y nunca me olvidé de ella, por las noches la veía mirándome de una estrella. Ella tamién me quería, yo estaba seguro d'eso, me lo había dicho el gusto, dulcecito, de su beso. El hombre cuando es bien hombre, me dije, ha de saber lo que pasa, me agencié su dirección con una empleá 'e las casas. Francisco me hizo la carta y, aunque no tuve respuesta, no me eché a morir por eso, lo que es bueno, siempre cuesta. Tiempazo después el fundo amaneció trastornao, las viejas de la casona, oiga, corrían p'a lao y lao. se voltiaron dos vaquillas, las chuicas ¡cómo dentraban! se raspaban las tortillas y las empanás chirriaban. Se acomodaron las mesas, el lugar p'a las cantoras, se adornó too con copihues y con hojas de totora. A mi, no me dio alegría, me dio too junto al tiro, la niña Rosa volvía, de nuevo, p'al lao mío. Después me quiso dar mieo pensé hasta en no merecerla, pero mandé el miedo al diaulo y me cacharpié p'a verla. Ahí venía mi niña, más linda que el mismo cielo, con su misma boca roja, esa, a'onde puse mi beso. Venía con un vestío que encandilaba los ojos, tomá del brazo 'e Don Guille que no cabía de gozo. Pasamos a la comía, se destaparon los chuicos, el vino ¡cómo corría!, oiga, cosa era que daba gusto. Después le entramos al baile, se afinaron las vihuelas, y se calentaba el adre con el tañar de las cuecas. No pude hablar con mi niña, 'tuvo, muy ocupaaza hablando con las visitas y otra gente importantaza. Días después, una tarde, estando yo en el corral, pensaba ya en olvidarla cuando me siento llamar. ¡Venancio!, me dicen, ¡Beno!, y me la quedo mirando, ahí 'taba mi niña linda, de pura dicha, llorando. Nos abrazamos bien juerte. ¿Ud. me había olvidao? ¡Jamás!, le digo, y la beso como nunca había besao. Nos seguimos encontrando, era mía hasta los huesos y yo tamién la quería, aunque muriera por eso. Tengo dos manos, le decía p'a hacer su felicidad y ella se me entristecía cuando me sentía hablar. Un día vino Don Guille, a conversar, dijo, de hombre a hombre, habló cosas muy bonitas, con apelativo y nombre, me dijo que la dejara, que la Rosa estaba grande y que las cosas de niño deberían olvidarse. Entiende Venancio, dijo, que ella no es de este lugar, es toa una señorita y algún día se va a casar, no con un peón de fundo, y no es por desmerecer, la vida es triste, Venancio, pero qué se le va hacer. Me la empató muy re bien, después me soltó el doblao. Entiende bien Beno, lo que le digo si no, cortai p'a otro lao. Ahí me metí a las tomas, ¿el trabajo?, me dije, aunque lo pierda, me pelié hasta con los pacos a punta'e rebenque mierda. Cuarenta días tomando, bailando cueca aperrao, p'a eso había juntao alguna plata y no soy ningún fijao. La vida es triste Venancio, eso no corre conmigo, mientras haya chinas güenas la vida es vida, mi amigo. Tiré de chincol a jote, le saqué al mundo la madre, 'tuve preso por rosquero y me tomé hasta el vinagre. Y aquí me tienen ahora, puh, con los bolsillos pelaos, sin pega en ninguna parte y con el hocico hinchao. Y se me viene el problema: tovía la estoy queriendo. Los hombres, dije una vez, piensan como hombres y me estoy desconociendo. La Rosa es mía o de naide, ¿los prejuicios? ¡a la cresta! y si a Don Guille tenerme, de yerno, tanto le cuesta, habrá que poner remedio al tiro a esta situación, yo no veo, p'a estas cosas, la diferencia entre empleaoy patrón. Si me buscan a la mala, güeno poh, a la mala bajo al vino, y esto ya está decidío por el único camino. Cuando uno quiere a la güena Dios sabe que no es desaire, yo soy un roto 'e trabajo, no le agacho el moño a naiden, así es que esta misma noche, agarro pingo y apero, ¡me robo a la Rosa, mierda, ahí 'tá la madre 'el cordero!