Ay, no me puedo quejar, ni me obligas ni te obligo, me invitaste a huir contigo y yo quería volar.
No, no me puedo quejar, me llenaste la cabeza de sueños y promesas y yo quería soñar.
No, no me puedo quejar, me envolviste con ternura y aunque fuese una locura te acepte sin dudar, no me puedo quejar.
Tienes alma de ladrón, tienes porte de señor, y ojos de gitano. Corazón de soñador, tienes piel de vividor, pero te amo.
Eres dueño de mi amor con tus besos de pasión con tu cara de ángel y tus caricias de seda, a ver quien se niega.
Ay, no me puedo quejar disfrazado de destino despertaste en mí el sentido del verbo amar.
No, no me puedo quejar, aunque a veces no te entienda no hay mal que por bien no venga lo que sea será.
No, no me puedo ni quiero quejar, me enseñaste a no ser frágil y aunque no fue nada fácil el tiempo me ayudó, y seguirás conmigo mientras quiera yo.
|