Yo le miré los ojos al Joaquín, y de puro bueno, me decía: el no comer no mata, el no comer no mata, mata el odio y la envidia.
El hombre ya se sabe que está aquí, condenado desde el nacimiento, y el hambre no le importa, y el hambre no le importa, la engaña con un sueño.
Pobre Joaquín, pobre Joaquín, en medio del silencio.
Amaneció en la luz serena y cruel, desde la noche mirando estrellas, y las manos vacías, y las manos vacías, vueltas hacia la tierra.
Yo le miré los ojos al Joaquín, tan tristemente empañados y quietos. Morir es poca cosa, morir es poca cosa ?dice Joaquín? ya muerto.
Pobre Joaquín, pobre Joaquín, en medio del silencio.
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