Al nacer un verano una tarde yo la vi al verla majestuosa de ella me enamoré.
No importó que me dijeran imposible es tu querer pues sólo un muchachito y ella toda una mujer.
Que feliz, me sentía porque tontamente presumía que a mí solamente ella quería y que el amor perduraría.
De pronto ella me dijo la aventura está acabada nunca nunca olvidaré la burla de su mirada.
Nunca, nunca olvidaré nunca, nunca a esa mujer penas juveniles son las que aquejan mi corazón. Nunca, nunca olvidaré ay, nunca, nunca a esta mujer.
|