Y como pasa el tiempo como el viento en las montañas y sin embargo crece crece este amor de mil mañanas.
Soy un grito en la noche llamandote en silencio y arribo a tus andenes con el calor de mis desvelos.
Y suelo volver de madrugada a las caderas de fuego y luna de mi Mariana.
Y suelo volver en las guitarras a las praderas verdes y oscuras de su mirada.
La lluvia y la distancia tus ojos de misterio recogen las cortinas de esta canción y mi silencio.
Un manto de veleros navegando tu pelo y las puertas oscuras de este cantor de tu jilguero.
Y suelo volver...
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