Con un corazón solito no se puede ser feliz; el pobre, como es muy ciego, va de desliz en desliz, y luego, muy compungido, no sabe más que llorar. ¡Con un corazón solito yo no te puedo olvidar!
Dos corazones debiera tener, como los ojos, las manos, los pies; si uno se enferma de pena y dolor, el otro, que está sanito, se va buscando otro amor.
Un día, sin saber cuándo, sin saber cómo y por qué, encontré mi corazón encadenado a tus pies, y al ver que estaba rendido, ya te dejó de gustar. ¡Con un corazón solito yo no te puedo olvidar!
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