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Juaninacka El duermevela
Últimamente las cosas ya no son lo que eran, ¿verdad? Aunque claro, no es que importa como fueran antes del disparo del sueño. Me dejó indefenso y no me gusta, aún así no soy un hombre que se asusta fácilmente. La verdad, ¿qué más da si no amanece? La vida es una sucesión de días martes y 13. Toco notas de dolor, un requiem por mi alrededor. Qué mal sabor de boca, noto que mi angustia crece. Nadie me oye cuando grito, gritaré algún día. Tal vez si tuviera más sangre fría, lo haría mi juez, es mi verdugo. Vivo esperando un golpe que no llega, probándome sin llegar a ponerme a prueba. Sufro impotente, pasan las horas, me niegan. No ven mi entrega absoluta, la maldición del presente. Estoy ausente, mi cara inexpresiva es la prueba. Estoy delante de tí, la onda expansiva te ciega. Se me va la cara, lo pienso tanto. Me acuesto para dormir, pero, ¿para qué me levanto? Para un tenso depertar. Si acaso,
coger un vaso de agua, mear, volver a pensar en el fracaso y volverme a acostar. Pasa el tiempo lentamente, me mastica entre sus dientes.

Déjame en paz, que estoy de paso le grito. Quiero ser público, no protagonista del drama. Quiero dejar de dar vueltas en la cama, y volar desde el duermevela hacia la realidad sencilla, hecha con el material de las pesadillas. Metal, semilla de angustia en mi pecho. De hecho, muchas veces me despierto sudando y mirando al techo. Estalla el pulso en mis venas, las pupilas se dilatan de horror. Todo es un fraude, todo el mundo se delata;
necesito aire, abro las ventanas. Respiro hondo, cojo fuerzas, me meto de nuevo en la cama.

Primero caigo, luego me elevo, es de suicidas;
levantarse es sólo el preludio de otra caída. Estoy en la nada, en la ausencia de todo. Nadie me alcanza, ¿importa de todos modos? Siento tanto rencor. ¿Por qué no harás que llueva maná, Señor?
Otro día sin saber quién podría hacerme ese favor,
mientras las sábanas se pegan a mí, sueños de envidia y dolor.

Así son mis sueños, sí, mis sueños son así; entre el odio y el amor el márgen es tan estrecho. Si has puesto lo segundo en manos de un insatisfecho, gran error. Quiero despertarme, esto es de locos, tanto temor mientras huyo del sueño tan poco a poco. Me despierto empapado en sudor, bajo las mantas. Tantas pesadillas que se quedan en nada. Tantas noches sin estrellas, luna, ni canción de cuna. Cuántas en las que no puedo dormirme hasta las tantas.