Letra de canción descargada de: https://www.albumcancionyletra.com ------------------------------------------ Joaquín Sabina - Días y 500 noches ------------------------------------------ Lo nuestro duró, Lo que duran dos peces de hielo, En un whisky on the rocks. En vez de fingir, O estrellarme una copa de celos, Le dio por reír. De pronto me vi, Como un perro de nadie ladrando, A las puertas del cielo. Me dejó un neceser con agravios, La miel en los labios, Y escarcha en el pelo. Tenían razón, Mis amantes en eso de que antes, El malo era yo. Con una excepción, Esta vez, yo quería quererla querer, Y ella no. Así que se fue. Me dejó el corazón en los huesos, Y yo de rodillas. Desde el taxi, y haciendo un exceso, Me tiró dos besos, Uno por mejilla. Y regresé, A la maldición del cajón sin su ropa, A la perdición de los bares de copas, A las cenicientas, de saldo y esquina. Y por esas ventas del fino Laína, Pagando las cuentas de gente sin alma, Que pierde la calma con la cocaína. Volviéndome loco, Derrochando la bolsa y la vida, La fui poco a poco, dando por perdida. Y eso que yo, Para no agobiar con flores a María, Para no asediarla con mi antología, De sábanas frías y alcobas vacías. Para no comprarla con bisutería, Ni ser el fantoche que va en romería, Con la cofradía del Santo Reproche. Tanto la quería, Que tardé en aprender a olvidarla, 19 días, y 500 noches. Dijo, hola y adiós, Y el portazo, sonó como un signo, De interrogación. Sospecho que así, Se vengaba a través del olvido, Cupido de mí. No, no pido perdón, Para qué si me va a perdonar, Porque ya no le importa. Siempre tuvo la frente muy alta, La lengua muy larga, Y la falda muy corta. Me abandonó, Como se abandonan los zapatos viejos, Destrozó el cristal de mis gafas de lejos, Sacó del espejo su vivo retrato. Y fui tan torero por los callejones Del juego y el vino, que ayer el portero, Me echó del casino de Torrelodones. Qué pena tan grande, Negaría el Santo Sacramento, En el mismo momento, Que usted me lo mande. Y eso que yo, Para no agobiar con flores a María, Para no asediarla con mi antología, De sábanas frías y alcobas vacías. Para no comprarla con bisutería, Ni ser el fantoche que va en romería, Con la cofradía del Santo Reproche. Tanto la quería, Que tardé en aprender a olvidarla, 19 días, y 500 noches. Y regresé, A la maldición del cajón sin su ropa, A la perdición de los bares de copas, A las cenicientas, de saldo y esquina. Y por esas ventas del fino Laína, Pagando las cuentas de gente sin alma, Que pierde la calma...