Letra de canción descargada de: https://www.albumcancionyletra.com ------------------------------------------ Jose Hernandes - Capitulo 4 ------------------------------------------ Seguiré esta relación, aunque pa chorizo es largo: el que pueda hágase cargo como andaría de matrero, después de salvar el cuero de aquel trance tan amargo. Del sueldo nada les cuento, porque andaba disparando; nosotros de cuando en cuando solíamos ladrar de pobres: nunca llegaban los cobres que se estaban aguardando. Y andábamos de mugrientos que el mirarnos daba horror; les juro que era un dolor ver esos hombres,!por cristo! en mi perra vida he visto una miseria mayor. Yo no tenía ni camisa ni cosa que se parezca; mis trapos solo pa yesca me podían servir al fin... no hay plaga como un fortín para que el hombre padesca. Poncho, jergas, el apero, las prenditas, los botones, todo, amigo, en los cantones jué quedando poco a poco; ya me tenían medio loco la pobreza y los ratones. Sólo una manta peluda era cuanto me quedaba la había agenciao a la tabla y ella me tapaba el bulto; yaguané que alli ganaba no salía... ni con indulto. y pa mejor hasta el moro se me jué de entre las manos; no soy lerdo... pero, hermano, vino el Comendante un día diciendo que lo quería -pa enseñarle a comer grano..- Afigúrese cualquiera la suerte de este su amigo, a pie y mostrando el umbligo, estropiao, pobre y desnudo; ni por castigo se pudo hacerse más mal conmigo. ansí pasaron los meses, y vino el año siguiente, y las cosas igualmente siguieron del mesmo modo: adrede parece todo pa atormentar a la gente. No teníamos mas permiso, ni otro alivio la gauchada, que salir de madrugada, cuando no habia indio ninguno, campo ajuera a hacer boliadas desocando los reyunos. Y cáibamos al cantón con los fletes aplastaos, pero a veces medio aviaos con plumas y algunos cueros, que pronto con el pulpero los teníamos negociaos. Era un amigo del jefe que con un boliche estaba; yerba y tabaco nos daba por la pluma de avestruz, y hasta le hacía ver la luz al que un cuero le llevaba. Solo tenía cuatro frascos y unas barricas vacías, y a la gente le vendía todo cuanto precisaba... algunos creiban que estaba allí la proveduría. Ah, pulpero habilidoso! nada le solia faltar. ahijuna!, para tragar tenía un buche de ñandú; la gente le dió en llamar -el boliche de virtú.- Aunque es justo que quien vende algún poquito muerda, tiraba tanto la cuerda que, con sus cuatro limetas el cargaba las carretas de plumas, cueros y cerda. Nos tenía apuntaos a todos con más cuentas que un rosario, cuando se anunció un salario que iban a dar, o un socorro; pero sabe Dios qué zorro se lo comió al Comisario; Pues nunca lo vi llegar, y al cabo de muchos días en la mesma pulpería dieron una gena cuenta, que la gente muy contenta de tan pobre recibia. Sacaron unos sus prendas, que las tenían empeñadas; por sus deudas atrasadas dieron otros el dinero; al fin de fiesta el pulpero se quedó con la mascada. Yo me arrescosté a un horcón dando tiempo a que pagaran, y poniendo gena cara estuve haciéndome el poyo, a esperar que me llamaran para recibir mi boyo. Pero ahi me puede quedar pegao pa siempre al horcón, ya era casi la oración y ninguno me llamaba; la cosa se me ñublaba y me dentró comezón. Pa sacarme el entripao vi al Mayor, y lo fí a hablar; yo me lo empecé a atracar, y como con poca gana le dije:--Tal vez mañana acabarán de pagar.- -Que mañana ni otro dia!-, al punto me contestó: -la paga ya se acabó; siempre has de ser animal!- me rai y le dije:-Yo... no he recebido ni un rial.- Se le pusieron los ojos que se le querían salir, y ahi no más volvió a decir comiéndome con la vista: -y que querés recibir si no has dentrao en la lista?- -Esto sí que es amolar-, dije yo pa mis adentros; -van dos años que me encuentro y hasta aura he visto ni un grullo; dentro en todos los barullos pero en las listas no dentro.- Vide el plaito mal parao y no quise aguardar más... es geno vivir en paz con quien nos ha de mandar; y reculando pa atrás me le empecé a retirar. Supo todo el Comendante y me llamó al otro día, diciéndome que quería aviriguar bien las cosas... que no era el tiempo de Rosas, que aura a naides se debía. Llamó al cabo y al sargento y empezó la indagación: si había venido al cantón en tal tiempo o en tal otro... y si había venido en potro, en reyuno o redomón. Y todo era alborotar al ñudo, y hacer papel; conocí que era pastel pa engordar con mi guayaca; más si voy al Coronel me hacen bramar en la estaca. Ah, hijos de una...! la codicia ojala les ruempa el saco! ni un pedazo de tabaco le dan al pobre soldao, y lo tienen, de delgao, más ligero que un guanaco. Pero qué iba a hacerles yo, charabón en el desierto; más bien me daba por muerto pa no verme más fundido: y me les hacía el dormido aunque soy medio despierto.