Letra de canción descargada de: https://www.albumcancionyletra.com ------------------------------------------ Jose Hernandes - Capitulo 7 ------------------------------------------ De carta de más me vía sin saber a donde dirme; mas dijeron que era vago y entraron a perseguirme. Nunca se achican los males, van poco a poco creciendo, y ansina me vide pronto obligado a andar juyendo. No tenía mujer ni rancho y a más, era resertor; no tenía una prenda gena ni un peso en el tirador A mis hijos infelices pensé volverlos a hallar, y andaba de un lao al otro sin tener ni que pitar. Supe una vez por desgracia que habia un baile por allí, y medio desesperao a ver la milonga fuí. Riunidos al pericón tantos amigos hallé, que alegre de verme entre ellos esa noche me apedé. Como nunca, en la ocasión por peliar me dió la tranca. y la emprendí con un negro que trujo una negra en ancas. Al ver llegar la morena, que no hacía caso de naides, le dije con la mamúa: -Va...ca...yendo gente al baile. La negra entendió la cosa y no tardó en contestarme, mirándome como a un perro: -Mas vaca será su madre.- Y dentró al baile muy tiesa con más cola que una zorra, haciendo blanquiar los dientes lo mesmo que mazamorra. -!Negra linda!-... dije yo. -Me gusta... pa la carona-; y me puse a champurriar esta coplita fregona: -A los blancos hizo Dios, a los mulatos San Pedro, a los negros hizo el diablo para tizón del infierno.- Había estao juntando rabia el moreno dende ajuera; en lo escuro le brillaban los ojos como linterna. Lo conocí retobao, me acerqué y le dije presto: -Po...r...rudo que un hombre sea nunca se enoja por esto. Corcovió el de los tamangos y creyéndose muy fijo: -!Mas porrudo seras vos, gaucho rotoso!-, me dijo. Y ya se me vino al humo como a buscarme la hebra, y un golpe le acomodé con el porrón de ginebra. Ahi nomás pegó el de hollín mas gruñidos que un chanchito, y pelando el envenao me atropelló dando gritos. Pegué un brinco y abrí cancha diciéndoles: -Caballeros, dejen venir ese toro. solo nací... solo muero. El negro, después del golpe, se había el poncho refalao y dijo: -Vas a saber si es solo o acompañado. Y mientras se arremangó, yo me saqué las espuelas, pues malicié que aquel tío no era de arriar con las riendas. No hay cosa como el peligro pa refrescar un mamao; hasta la vista se aclara por mucho que haiga chupao. El negro me atropelló como a quererme comer; me hizo dos tiros seguidos y los dos le abarajé. Yo tenía un facon con S, que era de lima de acero; le hice un tiro, lo quitó y vino ciego el moreno; Y en el medio de las aspas un planazo le asenté, que lo largue culebriando lo mesmo que buscapié. Le coloriaron las motas con la sangre de la herida, y volvió a venir jurioso como una tigra parida. Y ya me hizo relumbrar por los ojos el chchillo, alcanzando con la punta a cortarme en un carrillo. Me hirvió la sangre en las venas y me le afirmé al moreno, dándole de punta y hacha pa dejar un diablo menos. Por fin en una topada en el cuchillo lo alcé, y como un saco de gesos contra un cerco lo largué. Tiró unas cuantas patadas y ya cantó pal carnero: nunca me puedo olvidar de la agonía de aquel negro. En esto la negra vino con los ojos como ají y empezó la pobre allí a bramar como una loba. yo quise darle una soba a ver si la hacía callar, mas pude reflesionar que era malo en aquel punto, y por respeto al dijunto no la quise castigar. Limpié el facón en los pastos, desate mi redomón, monté despacio y salí al tranco pa el catilde;nadon. Después supe que al finao ni siquiera lo velaron, y retobao en un cuero, sin rezarle lo enterraron. Y dicen que dende entonces, cuando es la noche serena suele verse una luz mala como de alma que anda en pena. Yo tengo intención a veces, para que no pene tanto, de sacar de allí los gutilde;esos y echarlos al camposanto.