www.albumcancionyletra.com
A A A A A Imprimir
Imprimir


Carlos Gardel La Hija De Japonesita
La borrachera del tango - La brisa - La cabeza del italiano - La canción de Buenos Aires - La canción del ukelele - La cartita - La casita está triste - La catedrática - La cautiva - La chacarera - La china fiera - La choyana - La cieguita - La copa del olvido - La cordobesa - La criolla - La cumparsita (Si supieras) - La cuyanita - La cuyanita - La divina dama - La enmascarada - La entrerriana - La garçonnière - La gayola - La gloria del Aguila - La he visto con otro - La hija de japonesita - La huella - La madrugada - La maleva - La mañanita - La mariposa - La mariposa - La mascotita - La mentirosa - La milonga - La mina del Ford - La muchacha (La muchacha del arrabal) - La muchacha del circo - La novia ausente - La pastelera - La pastora - La pena del payador - La percanta está triste - La provinciana - La pueblerita - La reina del tango - La reja - La salteñita - La Sulamita - La tacuarita - La tristeza del bulín - La tropilla - La tupungatina - La última copa - La última ronda - La uruguayita Lucía - La violeta - La violetera - La Virgen del Perdón - La Vuelta de Rocha - La yegüecita - Langosta - Largue a esa mujica - Las campanas - Las flores de tu balcón - Las madreselvas - Lechuza - ¡Leguisamo solo! - Lejana tierra mía - Linda provincianita - Llegué a ladrón por amarte - Llévame carretero - Llora corazón - Llora hermano - Lloró como una mujer - Lo han visto con otra - Lo que fui - Lo que fuiste - Lobo de mar (Mar bravío) - Loca - Los indios - Los ojazos de mi negra - Los ojos de mi moza - Los rosales se han secao
--------------------------------------------------------------------------------

La borrachera del tango
E. P. Maroni y A. R. Avilés
La milonga te ha mareado
con sus locas tentaciones,
tu moral ha claudicado
entre champán e ilusiones.

De aquel hombre que antes fuiste
ni la huella queda ya,
sos un joven, y estas viejo,
sos una hoja que se va.

Tu suave mano sedosa y blanca
jamás luchando se encalleció,
ni ha sido nunca la mano franca
del hombre pobre que trabajo.

Y cuantas veces tu alma de hinojos
ira a la madre que te adoro,
perdón!...temblando dirán tus ojos
por la amargura que ella lloro.

Muchos andan por la vida,
como vos en este ambiente
sos una barca perdida
llevada por la corriente

Y si un día arrepentido
queres pensar en tu ayer
la barca loca se ha hundido
y es imposible volver.

Deja esa vida, no seas cobarde,
cambia de vida, se mas varón
la borrachera del tango brujo,
se te ha metido en el corazón.

Tal vez mañana cuando estés triste,
sientas nostalgias del viejo hogar
y cuando sepas que ya no existe
con cuantas penas vas a llorar.

La brisa
J. A. Caruso y F. Canaro

Era una tarde, corría una brisa
muy cálida y suave por la rosaleda.
Cerca del lago, leyendo poesías
estabas oculta entre la arboleda.
Turbé el silencio con mis pisadas,
hubo un suspiro y dos miradas.
Era una tarde, corría una brisa
muy cálida y suave por el rosedal.
Y nos volvimos a ver
en aquel mismo lugar
y grabado en un rosal
queda un nombre de mujer
como un recuerdo imborrable
de horas vividas y de ilusión.
Mientras, la tarde moría
y el sol nos enviaba su beso de amor.
Y así una triste tarde,
al banco lo avizoro,
estabas tú sentada
siempre esperándome,
he vuelto muchas veces
teniendo la esperanza
de ver si te veía
más nunca te encontré.
Que lindo hubiera sido
vivir nuestros amores
vivirlos y el precurso
hacer de aquel lugar.
Hoy yo, pa' que le cante
solo queda el recuerdo
de un amor muerto,
de nuestro rosedal.
Allá en el banco que
en el misterio de la rosaleda
mi alma de frío y de amor se estremece.
Hay un recuerdo en esa calma
por eso sufre tanto mi alma
Allá en el banco
que nos conocimos
voy todas las tardes
en el rosedal.
Y nos volvimos a ver en aquel mismo lugar
y grabado en un rosal
está un nombre de mujer
como un recuerdo imborrable
de horas vividas, de ilusión.
Mientras, la tarde moría
y el sol nos enviaba un beso de amor
Y así una triste tarde
al banco lo avizoro
estabas tú sentada
siempre esperándome,
he vuelto muchas veces
teniendo la esperanza
de ver si te veía,
más, nunca te encontré.

La cabeza del italiano
F. Bastardi y A. Scatasso

Muchachos a reír,
muchachos a gozar,
que yo quiero cantar
la dicha de vivir.
Aquí junto a mi amor
que yo no venero,
me río de dolor
del mundo entero.

Así juntito a mí,
como lo manda Dios,
vos mi Rodolfo sos
y yo tu Mimí.
Y mi alma infantil
que es toda tuya,
alegra tu bulín estudiantil.

Acordate que a veces
la mar de veces,
con un cacho de pan y diez
de queso...
tenias que estudiar
y eran mis besos
que hacían completar
nuestro sostén.

Y acordate esa vez
que me trajiste
envuelta en un papel
y muy ufano,
la cabeza frappe
del italiano
que un tiro se pego en el
almacén.

Muchachos a reír,
muchachos a gozar,
que yo quiero cantar
la dicha de vivir.
Aquí junto a mi amor
que yo no venero,
me río de dolor
del mundo entero.

La canción de Buenos Aires
F. Bastardi y A. Scatasso

Buenos Aires, cuando lejos me vi
sólo hallaba consuelo
en las notas de un tango dulzón
que lloraba el bandoneón.
Buenos Aires, suspirando por ti
bajo el sol de otro cielo,
cuánto lloró mi corazón
escuchando tu nostálgica canción.

Canción maleva, canción de Buenos Aires,
hay algo en tus entrañas que vive y que perdura.
Canción maleva, lamento de amargura,
sonrisa de esperanza, sollozo de pasión.
Ese es el tango canción de Buenos Aires,
nacido en el suburbio que hoy reina en todo el mundo.
Este es el tango que llevo muy profundo
clavado en lo más hondo del criollo corazón.

Buenos Aires donde el tango nació,
tierra mía querida.
Yo quisiera poderte ofrendar
todo el alma en mi cantar
y le pido a mi destino el favor
de que al fin de mi vida
oiga el llorar del bandoneón
entonando tu nostálgica canción.

La canción del ukelele
A. Avilés y C. Dober

Yo te oí tocar el ukelele .
Y en tus blancas manos de marfil,
parecía que tuviera un alma
y que pudiera llorar y reír.
Como lloran los que tienen penas
y en silencio las deben sufrir.
Y oyes en el ukelele
una canción triste de dolor;
es mi corazón que en ella adora
y que sufre por la pena de un amor.
Vuelve hacia mi tus ojos
y que pueda tus labios besar,
mientras se oye muy lejos y suave
una canción triste que llora al pasar.
Muchas veces parece que el viento
hacia mis oídos él me trae
las dulces voces del instrumento,
que en sus blancas manos conocí.
Y mi corazón palpita ansiosa
desde aquella tarde que te oí
y oye en el ukelele
una canción triste de dolor
es mi corazón que en ella adora
y que sufre por la pena del amor
Vuelve hacia mi tus ojos
y que pueda tus labios besar,
mientras que oye muy lejos y suave
una canción triste que llora al pasar.

La cartita
G. Coria Peñalosa y J. de Dios Filiberto

La cartita que humilde te escribo
tus horas felices no quiere turbar,
sólo quiere contarte mi angustia,
mis hondas nostalgias, mi triste penar...
Tú no sabes las horas amargas
que por tu abandono pasando estoy,
mi cartita te dice que sufro,
que tu mártir sólo soy.

Mi cartita tal vez te recuerde
las dulces ternuras de nuestro ayer,
mi cartita tal vez te reproche
por qué has muerto mi querer...
con mi humilde cartita te paso
ceñidas y envueltas en negro crespón,
tu retrato, tus risas, tus cartas,
y junto con toda mi muerta ilusión.

Si tú supieras como está de triste,
desde que te fuiste, mi corazón,
y así me pagas lo que te he querido,
dándome al olvido sin compasión.
Tú no sabes las horas amargas
que por tu abandono pasando estoy,
mi cartita te dice que sufro,
que tu mártir sólo soy.

Mi cartita tal vez te recuerde
las dulces ternuras de nuestro ayer,
mi cartita tal vez te reproche
por qué has muerto mi querer...
Al cerrar esta triste cartita,
corriendo a mi lado mi madre llegó,
Y aunque quise ocultarle mi pena,
yo sé que mi madre llorando me vio.

La casita está triste
J. De Grandis y L. Bernstein

Los chicos no juegan, la casa está triste,
la gente camina en puntas de pie.
El alma de ella en todo subsiste,
el alma tan buena de la que se fue.
Sollozos furtivos, suspiros y quejas
se oyen muy suaves cual leve rumor
de los que han quedado. Se postran las viejas
y elevan plegarias a Nuestro Señor.

Un hombre murmura: "¡Qué mala es la vida!
¡Tan buena, tan bella, por todos querida,
dejar en tristezas sumido a su hogar!".
La gente la extraña -¡si era tan buena!-,
con todos charlaba, con todos se dio;
por eso en su muerte se ve tan serena,
¿será que su almita al cielo voló?

Despunta la aurora y mecen las brisas,
las plantas, las flores que tanto cuidó,
y añoran sus riegos, sus dulces sonrisas
y tiernos cuidados que en vida les dio.
Se asoma un nenito, rosado, sonriente;
pregunta a su padre: "¿Mamá dónde está?".
Y al ver el cadáver, le dice doliente:
"¡Papito, yo quiero dormir con mamá!".

La catedrática
F. Martino

Aunque hay mucha mishiadura
yo manyo un gran movimiento
hay que ver en las carreras,
el afano y las palmeras,
el afano y las palmeras
y de donde sale el vento.

Con catedráticos de ojo,
que abundan como la yapa
con el programa en la mano,
a todo pobre cristiano,
a todo pobre cristiano,
le dicen, tengo una papa.

Es ir a cobrar la plata,
le juro por mi salud,
es llenarse hasta las botas
porque es una refijota,
porque es una refijota,
que la traigo del stud.

Juéguele fuerte señor,
mire que es una papusa,
mire que es una papusa,
y con el mayor descaro
lo hacen entrar por el aro,
lo hacen entrar por el aro
Dios te libre, que carpusa.

El mismo jockey me dijo,
andá sin miedo a jugar,
que se las voy a dar seca
y Mingo es la gran muñeca
y Mingo es la gran muñeca,
hay que creer o reventar.

Con Domingo Torterolo,
soy camarada y demás,
soy camarada y demás
y si al fin se la pilla,
lo arrastra a la ventanilla,
lo arrastra a la ventanilla,
hecho el juego, no va más.

Largaron, venimos bien,
ahora verán que papita
y aunque sea una macana,
y en el que el caballo afana,
y en el que el caballo afana,
y el pato se armó de guita.

Y al largarse la carrera,
el caballo viene mal,
el caballo viene mal,
el rana sale piantando,
y el gil se queda esperando,
y el gil se queda esperando,
la atropellada final.

La cautiva
P. Numa Córdoba y C. V. Geroni Flores

Yo sé que te tienen cautiva
y que no te puedo ahora yo librar.
Pero sé llegará algún día
y a tu prisión mi amor he de escalar.
Porque mi alma se apena
al ver que sufres de ansiada libertad,
y entonces verás, mi cautiva
todo lo que puede el que ama de verdad.
Ya verás la luz del sol
¿Y una gran día su primor?
pues anhelo con porfía
verte alegre como el día
y bella como una flor.
Yo te quiero con amor,
para mi sos mi dulce bien.
De la guarida del que extraño
te ve brillar con fuerza y con tesón.
Serás de mi dulce albedrío
la dueña más pura de mi corazón,
la flor de mi alma inquieta
ofrendaré con santa devoción
verás como a tu fiel regazo
mi mente agreste reprime su furor,
quiero ser contigo bueno
para que no olvides nunca tu cantor.
Siempre te adoro con pasión, mi bien;
por que sos hogar, mi fe y mi amor de verdad.
Linda como blanca flor de azahar
y te amaré con ansia y con pasión, mi bien
porque sos mi ilusión.
Yo sé que te tienen cautiva
y que no te puedo ahora yo librar.
Pero sé que algún día
y a tu prisión mi amor he de escalar.
Porque mi alma se apena
al ver que sufres de ansiada libertad,
y entonces verás, mi cautiva
todo lo que puede el que ama de verdad.

La chacarera
J. Maglio y J. Caruso

Chacarera, chacarera,
chacarera buena moza,
siempre pasas por el agua
pero nadie se te moja.
Chacarera, chacarera,
no me hagas más sufrir,
todos duermen en tu cama
yo también quiero dormir.

La Chacarera, la chacarera,
la chacarera tiene una cosa
que ella guarda con gran cuidado,
porque es chiquita y muy sabrosa.
La chacarera tan linda y graciosa
que viene y que pasa, me mira y se va,
la chacarera de linda boquita
que yo se la pido y no me la da.

La chacarera se va
siempre sutil,
siempre gentil
y simpática,
la chacarera ya va
como una flor,
llena de amor,
Enigmática.
La pobre chacarerita
no se sabe resistir,
cuando le piden un beso
enseguida ella contesta que sí.

Chacarera, chacarera,
chacarera de mi amor,
si yo te pido una cosa
no me contestes que no.
Chacarera, chacarera
no me hagas más sufrir
todos duermen en tu cama,
yo también quiero dormir.
Chacarerita, chacarerita,
Chacarerita me tenés loco;
Chacarerita, chacarerita,
Chacarerita, quiéreme un poco
Chacarerita tan linda y graciosa.

La china fiera
J. Razzano y C. Gardel

Dice que mi china es fiera
y se parece al carpincho ,
que su voz es un relincho
y su boca una tranquera,
!y su boca una tranquera¡
Que es una prienda cualquiera
del mismo valor que el toro
que tiene al andar saber
igual al de mi potranca
que es brisaña y media manca
yo sin embargo la quiero.
Que sus ojos son candiles,
ingrata, cuasi apagaos
y andan como desertaos
su pareja de cuadriles ,
!su pareja de cuadriles¡
Y que lo tocante
más espuma da el puchero
que tiene manchao el cuero
que es guaseta y nariguda
vieja bajita y tan panzuda.
Yo sin embargo la quiero.
Es una vieja chancleta,
haragana y comadrona
gacha siempre y pesadona
lo mesmo que la carreta;
!lo mesmo que la carreta¡
Que es una ? coqueta
y su cabeza un caldero
que es un loro barranquero
que más sabe hacer milagros
Que tiene cara de bagre;
yo sin embargo la quiero.
Dicen que por lo arrastrada
se parece a la culebra
y que de gusto se quiebra
lo mesmo que marejada,
!lo mesmo que marejada¡
Que es una china encerrada
que es más fijona que el tero
que suelta como el pampero
la rienda de aflojo
que sepa que muy canejo .
Yo sin embargo la quiero.

La Choyana
R. Ruiz y A. H. Acuña

Bailecito que me gusta,
el baile la chacarera ,
para decirle a la niña
jugando pero en de veras.
Antenoche tuve un sueño
que me hacé decía de risa
soñé que te levantabas
al alba para ir a misa.
Dice que de susto muere
aquel que visiones ve,
de ver una lagartija
no sé si me moriré
Corre, corre chacarera
no te aflija mi dolor
mira que yo voy muriendo
por la causa de tu amor.
Las mujeres son el diablo
sobrinas del gran demonio
nosotros los varoncitos
hijitos de San Antonio.
Las mujeres son el diablo
parientas del alacrán
cuando ven a un hombre pobre
alzan las cola y se van.
La mujer que quiere a dos
no es tonta si no entendida
si una vela se le apaga
la otra le queda encendida.
Corre, corre chacarera
así nomás ha de ser
lo importante es tener gusto
a la hora de parecer.

La cieguita
Keppler Lais y Ramuncho

A pesar del mucho tiempo
desde entonces transcurrido,
aún mi pecho conmovido
se recuerda con dolor
de aquel día que, en paseo,
vino a un banco una cieguita
y a su lado una viejita
que era su guía y su amor.
Y observé que la chiquita
de ojos grandes y vacíos
escuchaba el griterío
de otras nenas al saltar,
y la oí que amargamente
en un son que era de queja
preguntábale a la vieja:
¿Por qué yo no he de jugar?
Y a punto fijo no sé
si el dolor que sentí
fue escuchando la voz de la nena.
O fue que cuando miré
a su vieja advertí
que lloraba en silencio su pena.
¡Ay, cieguita!,
dije yo con gran pesar,
ven conmigo, pobrecita,
le di un beso y la cieguita
tuvo ya con quien jugar.
Y fue así que diariamente
al llegar con su viejita
me buscaba la cieguita
con tantísimo interés.
¡Qué feliz era la pobre
cuando junto a mi llegaba
y con sus mimos lograba
que jugásemos los tres!...
Pero un día, bien me acuerdo,
no fue más que la viejita
que me dijo: La cieguita
está a punto de expirar...
Fui corriendo hasta su cuna,
la cieguita se moría,
y al morirse me decía:
¿Con quién vas ahora a jugar?
Y a punto fijo no sé
si el dolor que sentí
fue escuchando el adiós de la nena.
O fue que cuando miré
a su vieja advertí
que lloraba en silencio su pena.
¿Ay, cieguita!,
yo no te podré olvidar;
pues me acuerdo de mi hijita
que también era cieguita
y no podía jugar...

La copa del olvido
A. Vacarezza y E. Delfino

¡Mozo, traiga otra copa!
y sírvase de algo el que quiera tomar,
que ando muy solo y estoy muy triste
desde que supe la cruel verdad.

¡Mozo, traiga otra copa!
que anoche, juntos, los vi a los dos,
quise vengarme, matarla quise,
pero un impulso me sereno.

Salí a la calle desconcertado,
sin saber como hasta aquí llegue
a preguntarle a los hombres sabios,
a preguntarles que debo hacer.

"Olvide, amigo" - dirán algunos,
pero olvidarla no puede ser
y si la mato, vivir sin ella,
vivir sin ella nunca podré.

¡Mozo traiga otra copa!
y sírvase de algo el que quiera tomar,
quiero alegrarme con este vino
pa ver si el vino me hace olvidar.

En vano busco en otras mujeres
dulces caricias para olvidar
y recordando que no me quiere
el sentimiento me hace llorar.

¡Mozo traiga otra copa!
y sírvase de algo el que quiera tomar.

La Cordobesa
C. Tapia

Esta es la zamba linda mi vida,
Que cantan los cordobeses,
Que cuando siente las niñas, mi vida,
Siempre la piden dos veces.

(Tarareando)

China decime así, decime así,
Te quiero a ti. (Bis)

Preguntale al sacamuelas mi vida,
Cuál es el mayor dolor. (Bis)
Si al que le sacan la muela mi vida,
O al que padece de amor.

La criolla
A. Le Pera y C. Gardel

Vos sos la criolla más hermosa,
la que ha dado a las pampas argentinas
todo el fuego de su amor.
Vos sos la criolla legendaria de un pasado.
que ha dejado en nuestras almas
un recuerdo alentador,

Vos sos la luz, el sol,
el aire suave, embriagador;
vos sos el dulce trino
que modula el ruiseñor.

Yo soy un pobre peregrino sin consuelo
que contempla marchitada para siempre su ilusión;
el que canta eternamente bajo el cielo
esperando que le pagues algún día su pasión.

Vos sos la luz, el sol,
el aire suave, embriagador;
vos sos el dulce trino
que modula el ruiseñor.

Vos sos el alma de la raza
que se estampa en las clásicas guitarras
y en el dulce pericón;
vos sos la criolla más hermosa de la pampa
que ha llenado de esperanza
mi doliente corazón.

Vos sos la luz, el sol,
el aire suave, embriagador;
vos sos el dulce trino
que modula el ruiseñor.

Vos sos el alma de esta raza bendecida
donde cantan los zorzales
y gorjea al ruiseñor;
vos sos la dulce serenata adormecida
que al son de cien guitarras
cantara un buen cantor.

Vos sos la luz, el sol,
el aire suave, embriagador;
vos sos el dulce trino
que modula el ruiseñor.

La cumparsita (Si supieras)
G. Matos Rodríguez, P. Contursi y E. P. Maroni

Si supieras
que aún dentro de mi alma
conservo aquel cariño
que tuve para ti...!
Quién sabe, si supieras
que nunca te he olvidado...!
volviendo a tu pasado
te acordarás de mí...

Los amigos ya no vienen
ni siquiera a visitarme;
nadie quiere consolarme
en mi aflicción;
desde el día que te fuiste
siento angustias en mi pecho;
decí, percanta, qué has hecho
de mi pobre corazón!

Sin embargo
yo siempre te recuerdo
con el cariño santo
que tuve para ti;
y estás dentro de mi alma,
pedazo de mi vida,
en la ilusión querida
que nunca olvidaré.

Al cotorro abandonado
ya ni el sol de la mañana
asoma por la ventana,
como cuando estabas vos...
y aquel perrito compañero
que por tu ausencia no comía
al verme solo, el otro día,
también me dejó.

La cuyanita
J. Luque Lobo y J. Maglio (Pacho)

Cuyanita de San Juan me haces pensar
cuando pasas sin mirar cruel y falaz.
No me negues tu querer, linda mujer,
Graciosa pebeta de San Juan.

No me negues tu querer,
no me digas, ay! que no,
yo tu Pierrot he de ser
y tú serás mi Ninón.
Tuyo es mi amor y mi ser,
tuyo mi leal corazón.

Y tuya siempre ha de ser
mi más honda pasión.
Ay! Cuyana de San Juan.
Decime, Porota, decime que si
que yo mucha dicha de amor te daré
que nunca tus ojos lloraran por mí
Ay! Me basta tu querer,
cuyana, de ojazos nimbados de sol
de labios tan rojos como un arrebol
de dulce sonrisa, de pálida tez.

Cuyanita de San Juan.
No puedo más con esta loca pasión,
que siento acá.
No me hagas más llorar,
con tal dolor,
divina pebeta de San Juan.

La cuyanita
C. Tapia

Yo quisiera quererte,
pero tú me has de olvidar.
Para eso es mejor no verte;
tu presencia has de pagar.
La, ra, la, la, la, ra, la, la.
La, ra, la, la, la, ra, la, la.
La, ra, la, la, la, ra, la, la.
La, ra, la, la, la, ra, la, la.
Para eso es mejor no verte;
tu presencia has de pagar.
La distancia nos separa
para un momento llegó
no sea que terminara
ese tiempo su dolor.
La, ra, la, la, la, ra, la, la.
La, ra, la, la, la, ra, la, la.
No sea que terminara
con el tiempo sin dolor.
Y si la suerte quisiera,
que te volviese a querer
a la suerte le pidiera
que te matase mujer.
La, ra, la, la, la, ra, la, la.
La, ra, la, la, la, ra, la, la.
A la suerte le pidiera
que te matase mujer.

La divina dama
E. Cadícamo y N. Shilkret

Oye, divina dama,
mi corazón, latir;
oye, divina dama,
las notas de mi sufrir.
En la ventana florida
de tu gracia angelical,
dejo la rima perdida
de mi altivo madrigal;
eres tan dulce y tan bella
y tan sentimental,
que de mis versos
robo una estrella
y hago tu adorno triunfal.

Oye, divina dama,
mi corazón latir;
oye, divina dama,
las notas de mi sufrir.
En mi lunario te sueña
el sol querido de mi amor,
y mi lirismo diseña
un paisaje de dolor,
y es que al pensar si dejaras
de aceptar mi adoración,
¡qué triste el mundo
sin tu sonrisa!
¡No mates mi corazón!

La enmascarada
F. García Jiménez y P. Bernardo

Cuando quise, en la vida,
confiado, sólo una vez,
la mujer de mis sueños
fue traidora después...
Aquellas manos tan cálidas
ocultaban el puñal
que mató, cuando apenas germinó,
mi fe sentimental.

Hoy he encontrado a la impía
en un baile, enmascarada;
la delató su mirada
y una farsa combiné.
Fingí no reconocerla,
fui galante y ocurrente,
y luego, en palabra ardiente,
honda pasión declaré.
Al creer conquistada
mi amorosa locura,
de su triunfo segura
su antifaz se sacó.
Al mirarle los ojos
recordé emocionado
la traición del pasado
y le dije con rencor...

"Para qué me has mostrado
tu cara sin antifaz,
si de hacerme tu esclavo
no es tu cara capaz...
En ella, risas o lágrimas,
no dicen nunca verdad.
Si sabré que tu imagen viva y fiel
también es antifaz!..."

La entrerriana
Gobbi

Hermosa entrerriana de los ojos negros
y de talle esbelto como la palmera.
Son tus labios rojos, cual la flor de ceibo
y como azabache es tu cabellera.

Tú eres entrerriana la flor perfumada,
la dorada imagen de viva expresión.
Eres el encanto de la paisanada.
Eres de Entre Ríos la veneración.
Eres el encanto de la paisanada.
Eres de Entre Ríos la veneración.

Fuiste tu entrerriana la que libertaste
a tu hermosa patria del aquel opresor.
Fuiste tú entrerriana la que despojaste,
de aquellas cadenas que eran el terror.

Por eso el recuerdo de tu valentía
vibra en mi vigüela y en mi corazón.
Porque tú eres ninfa de la patria mía.
Eres sol radiante de su pabellón.
Porque tú eres ninfa de la patria mía.
Eres sol radiante de su pabellón.

Sol resplandeciente del suelo entrerriano,
mujer adorada, Estrella del Sur.
Criolla que venero con placer ufano,
hada que encantaste mi pobre laúd.

Por eso te canto, oh, criolla divina,
entrerriana hermosa, mujer ideal.
Gloria de Entre Ríos, patricia argentina,
de las madres criollas más tradicional.
Gloria de Entre Ríos, patricia argentina,
de las madres criollas más tradicional.

La Garçonieère
F. Canaro y J. Caruso

Vengan todos a oír esta milonga...
la milonga de nuestra juventud.
Vengan todos muchachos que yo invito,
y diviértanse pues, a mi salud.
Beban mucho, no importa que se gaste,
tengo plata y la quiero derrochar,
pues la vida es tan corta y es preciso
alegrarla con tango y con champán...

¡Que no turbe nuestra fiesta, ni una pena ni un dolor!
Y vivamos la alegría, en esta noche de amor,
y con las copas bien llenas, acompáñenme a beber,
dos cosas hay en la vida: el champán y la mujer.

¡Qué me importa si es falsa esta alegría!
necesito mi alma emborrachar,
y es por eso que amigos, esta noche,
una orgía de amor les quiero dar

¡Apuremos de un sorbo nuestras vidas,
que mañana muy tarde ya será!
Pues la vida es tan frágil mis amigos,
como es frágil la copa de champán.

¡Sigan muchachos la farra, no se cansen de bailar!
¡Tomen nomás cuanto quieran, que yo lo voy a pagar!!
¡Toda la plata que tengo en milongas gastaré,
porque mañana quien sabe, quien sabe lo que seré!!

La gayola
A. Tagini y R. Tuegols

No te asustes ni me huyas,
no he venido pa' vengarme;
si mañana, justamente,
ya me voy pa' no volver...
He venido a despedirme
y el gustazo quiero darme
de mirarte frente a frente
y en tus ojos campanearme,
silencioso, largamente,
como me miraba ayer.

He venido pa' que juntos
recordemos el pasado
como dos buenos amigos
que hace rato no se ven,
acordarme de aquel tiempo
en que yo era un hombre honrado,
y el cariño de mi vieja
era un poncho que había echado
sobre mi alma noble y buena
contra el frío del desdén.

Una noche, la huesuda
me vistió el alma de duelo:
a mi buena madrecita
la llamó a su lado Dios;
y en mis sueños parecía
que la pobre, desde el cielo,
me decía que eras buena,
que confiara siempre en vos.

Pero me jugaste sucio
y, sediento de venganza,
mi cuchillo, en un mal rato
lo envainé en un corazón,
y más tarde, ya sereno,
muerta mi única esperanza,
unas lágrimas rebeldes
las sequé en un bodegón.

Me encerraron muchos años
en la sórdida gayola
y una tarde me largaron
pa' mi bien o pa' mi mal...
fui vagando por las calles
y rodé como una bola,
pa' comer un plato'e sopa
¡cuántas veces hice cola!
Las auroras me encontraron
atorrando en un umbral.

Hoy ya no me queda nada,
ni un refugio, estoy tan pobre;
solamente vine a verte
pa' dejarte mi perdón.
Te lo juro, estoy contento
que la dicha a vos te sobre.
Voy al campo a laburarla
pa' juntar algunos cobres,
pa' que no me falten flores
cuando esté dentro' el cajón.

La gloria del águila
Nieto de Molina y Guillemat

El rey del aire, tendió sus alas
y fue radiando como el sol que al mundo baña,
con la proeza de cuatro hispanos,
que son un timbre más de gloria para España.

Salió el "Plus Ultra" con raudo vuelo,
mirando al cielo rumbo a la ciudad del Plata.
El orbe entero se ha estremecido
el entusiasmo en todas partes se desata.

Desde Palos, el águila vuela
y a Colón, con su gran carabela,
nos recuerda con tal emoción
la hazaña que agita todo el corazón.

Franco y Durán, Ruiz de Alda, los geniales,
los tres Con rada, son inmortales,
los españoles van con razón cantando
al ver al galardón de su nación.

Y cantarán con todas las naciones
entrelazando los corazones,
y en tal clamor surge un tango argentino
que dice a España, Madre Patria de mi amor.

Cruzó Las Palmas y Porto Praia,
glorioso llega en Fernando de Noronha,
prosigue el vuelo y en Pernambuco
ya con su raid al mundo da impresión más honda.

En Río de Janeiro, Montevideo
suenan campanas pregonando la victoria
y en Buenos Aires, la hija querida,
al fin se cubren ahí los valientes ya de gloria.

Dos países en un noble lazo,
con el alma se dan un abrazo.
Es la madre que va a visitar los hijos
que viven en otro hogar.

Franco y Durán, Ruiz de Alda, los geniales,
los tres con Rada, son inmortales,
los españoles van con razón cantando
al ver al galardón de su nación.

Y cantarán con todas las naciones
entrelazando los corazones,
y en tal clamor surge un tango argentino
que dice a España, Madre Patria de mi amor.

La he visto con otro
P. Contursi y A. Scatasso

La he visto con otro
pasearse del brazo.
Mis ojos lloraban
de pena y dolor.
En cambio en su cara,
sus negros ojazos
reían contentos
de dicha y amor.

Recuerdo que en mis brazos
llorando me decía,
será pa' siempre tuya
mi vida y mi pasión.
Jugo con mis amores,
la ingrata me fingía,
dejándome enlutado
mi pobre corazón.

Hay noches que solo
me quedo en el cuarto
rogando a la virgen
me la haga olvidar,
y al verla con otro
pasar por mi lado
en vez de matarla
me pongo a llorar.

La hija de la japonesita
De La Vega, de Maroni y R. Montés

Una geisha del yosiwara
sacerdotisa del dios Amor
dice a todos que está maldita
porque ha nacido de la traición,
y aunque príncipe el padre fue,
en el fango debe vivir,
y la geisha huérfana y triste
llora ante Buda, diciendo así:

Buda,
ya que sufrir me ves...
Buda,
protégeme, señor...
Mira
que la pobre musmé
nacida en la orfandad
se muere de dolor.

Y la geisha jamás olvida
la historia triste de una pasión
que a la madre robó la vida,
esclavizada por el amor;
y llorando sin fe ni hogar,
destrozando su corazón,
por doquiera se oye el lamento
triste y amargo de su canción:

Buda, ya que sufrir me ves...
Buda, protégeme, señor...
Mira que la pobre musmé
nacida en la orfandad
se muere de dolor.

Todo es calma en el yosiwara
donde hizo nido el amor fatal...
como sombra cruza la geisha,
lleva en la mano fino puñal;
su nirvana la hace morir,
rasga el vientre sin compasión,
y agoniza la princesita
rogando a Buda con triste voz:

Buda, ya que sufrir me ves...
Buda, recíbeme, señor...
Mira que la pobre musmé
nacida en la orfandad
se muere de dolor.


ojala les guste, salud. crimella