Tú has venido a la orilla, no has buscado ni a sabios ni a ricos. Tan sólo quieres que yo te siga.
Señor, me has mirado a los ojos, sonriendo has dicho mi nombre. En la arena he dejado mi barca: junto a Ti buscaré otro mar.
Tú sabes bien lo que tengo, en mi barca no hay oro ni espadas, tan sólo redes y mi trabajo.
Tú necesitas mis manos, mi cansancio que a otros descanse, amor que quiera seguir amando.
Tú, pescador de otros mares, ansia eterna de almas que esperan. Amigo bueno que así te llaman
|