Oigo las campanas doblar que señalan mi cita es la hora esperada de todos los días
Yo te hablo, te susurro tu no asientes, me sonríes
ya me tiene desquiciado ese extraño rostro frío tu diabólica expresión cadavérica postura
ya no tengo otro sentido que volverte a ver mañana
En el banco de piedra oculto bajo la hiedra tu sonrisa permanente de muerto se ha perdido yo te miro, te acaricio tu no sientes, me sonríes
ya no tengo otro sentido que volverte a ver mañana oír de nuevo las campanas a la hora señalada
|