Leonello. Junto al puente de la peña por la noche la encontré, y su guante chiquitito le cayó a los pies. Por sí un reto me lanzara: recogí su guante yo, y en su mano bella puse un beso de pasión, porque al verla no se puede resistir la tentación. Por las calles solitarias, embozado, la seguí, esquivando las malicias de la gente ruin, y acercándome galante, mis respetos le ofrecí. "Perdonad ... por favor ... atended.""¿Qué?, decid" "Que os adoro.""¡Callad! No decírmelo así." Y escuchando su voz, yo pensé: ¡ Qué infeliz!
"Mujer, primorosa clavellina que brindas el amor, yo soy caminante que al pasar arranca las hojas de la flor y sigue adelante sin recordar tu amor."
A la dueña que la sirve con dinero soborné, y, admirada de mi rasgo, saludó y se fué. Y al decir la cortesana: "Caballero, que yo espero a mi galán", en mi fiel acero puse mano, sin dudar, que mi espada se enardece con la sombra de un rival. Convencida y conquistada, en mi brazo se apoyó y escuchaba mis embustes llena de ilusión. Al llevarla a su palacio, mis finezas repetí: "¡ Dulce bien!" "Me engañáis." "No acostumbro a mentir." "¿Volveréis?" "¿Cómo no?" "Va veré si fingís." Y dejándola ya, de su amor me reí. "Mujer, Primorosa clavellina ..." etc Subido por César B.C. (Valladolid)
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