Traducción de la letra Santiago De Chille de Silvio Rodríguez

Idioma Origen:

Allí ame a una mujer terrible, llorando por
el humo siempre eterno de aquella ciudad
acorralada por símbolos de invierno.
Allí aprendí a quitar con piel el
frío y a echar luego mi cuerpo a la
llovizna, en manos de la niebla dura y blanca, en
calles del enigma.

Eso no está muerto, no me lo mataron ni
con la distancia ni con el vil soldado.

Allí entre los cerros tuve amigos que
entre bombas de humo eran hermanos. Allí yo
tuve más de cuatro cosas que siempre he
deseado. Allí nuestra canción se
hizo pequeña entre la multitud desesperada:
un poderoso canto de la tierra era quien
más cantaba.
[ Find more Lyrics on www.mp3lyrics.org/JSVb ]

Eso no está muerto, no me lo mataron ni
con la distancia ni con el vil soldado.

Hasta allí me siguió, como una
sombra, el rostro del que ya no se veía, y
en el oído me susurro la muerte que ya
aparecería. Allí yo tuve un odio,
una vergüenza: niños mendigos de la
madrugada, y el deseo de cambiar cada cuerda por
un saco de balas.

Eso no está muerto, no me lo mataron ni
con la distancia ni con el vil soldado.
Idioma Destino:

Allí ame a una mujer terrible, llorando por
el humo siempre eterno de aquella ciudad
acorralada por símbolos de invierno.
Allí aprendí a quitar con piel el
frío y a echar luego mi cuerpo a la
llovizna, en manos de la niebla dura y blanca, en
calles del enigma.

Eso no está muerto, no me lo mataron ni
con la distancia ni con el vil soldado.

Allí entre los cerros tuve amigos que
entre bombas de humo eran hermanos. Allí yo
tuve más de cuatro cosas que siempre he
deseado. Allí nuestra canción se
hizo pequeña entre la multitud desesperada:
un poderoso canto de la tierra era quien
más cantaba.
[ Find more Lyrics on www.mp3lyrics.org/JSVb ]

Eso no está muerto, no me lo mataron ni
con la distancia ni con el vil soldado.

Hasta allí me siguió, como una
sombra, el rostro del que ya no se veía, y
en el oído me susurro la muerte que ya
aparecería. Allí yo tuve un odio,
una vergüenza: niños mendigos de la
madrugada, y el deseo de cambiar cada cuerda por
un saco de balas.

Eso no está muerto, no me lo mataron ni
con la distancia ni con el vil soldado.